viernes, 16 de noviembre de 2007

Sé un Samaritano


Vivimos en un mundo que busca entrenarnos para correr la carrera de inflar nuestro ego, de ganar la batalla, y no solo ser los primeros, sino ser los únicos. La sensibilidad es un valor que poco a poco, está desapareciendo dejándonos como consecuencia un mundo que solo invita a vencer sin importar como, a lograr resultados sin mirar quien está caído a nuestro lado.

Muchas veces nuestra existencia gira solo en la perfección, ofrecemos amor dependiendo de cuanto nos traerá de ganancias para nosotros. Condenamos todo aquello que se sale de nuestra limitada forma de pensar y repartimos juicios muy fácilmente. Ten en cuenta que siempre daremos a los otros lo que haya en nuestro interior.


En un tiempo especial de la vida de Jesús, el decidió elegir a setenta hombres comprometidos que cambiarían la historia de los alrededores. En medio de la elección se acerca uno y le dice: ¿Maestro bueno, que debo hacer para heredar la vida eterna.? A lo que El señor le responde : Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y ama a tu prójimo como a ti mismo.

Jesús no le dijo que amemos a los demás como nos amamos a nosotros, sino que “como nos amamos a nosotros, amaremos a los demás!!!!”.

¿Que te parece si esta semana en vez de mirar al otro desde tu interior , lo miras desde el interior del el? ¿Que tal si por un momento nos olvidamos de nuestras necesidades y decidimos observar las necesidades de los demás?

Detente un minuto y mira a tu alrededor. Observa a tus seres queridos y pregúntate: ¿Que necesitan de mi que yo no les he dado?

Presta atención a está historia, es un ejemplo de como debemos ser:

Algunos años atrás, en las Olimpiadas Especiales de Seattle, nueve participantes, todos con deficiencias mentales o físicas, se alinearon para dar la largada de una carrera de 100 metros planos.
Al sonar la señal, todos salieron, no exactamente a toda velocidad, pero con la voluntad de dar lo mejor de sí, terminar la carrera y ganar.

Todos, con la excepción de un muchacho que tropezó, cayó al piso y comenzó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto. Disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Entonces, todos ellos se detuvieron y dieron la vuelta.

Una de las muchachas, con Síndrome de Down, se agachó, le dio un beso al muchacho y le dijo: “Pronto, te vas a sanar”.
Y todos los nueve competidores se tomaron de las manos y caminaron juntos hasta la meta.
El estadio entero se puso de pie y los aplausos duraron varios minutos. Y las personas que estaban allí continúan repitiendo esa historia hasta hoy.

Tal vez los atletas eran deficientes mentales… Pero con seguridad no eran deficientes en sensibilidad, en compasión, en estar para el otro…¿Por qué? Porque, allá en el fondo, todos sabemos que lo que importa en ésta vida es más que ser un ganador solitario.

Lo que importa en esta vida es ayudar a los otros a vencer, aunque esto signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo !!!

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